Combinan poesía y música en el concierto La melodía francesa

Mariana Chávez, Luis Pablo Osorio y Sebastián Espinosa, son ovacionados por el numeroso público que los escuchó en el Centro Cultural San Pablo

Este sábado 5 de julio se cumplieron las expectativas de escuchar en Oaxaca de Juárez a un trío de virtuosos jóvenes ejecutantes, quienes ante el numeroso público que colmó el claustro del Centro Cultural San Pablo, dieron a conocer una novedosa propuesta artística de combinar poesía y música en el concierto denominado La melodía francesa.

 

Tocó a Mariana Chávez Lara ( flauta), Sebastián Espinosa Carrasco ( piano) y Luis Pablo Osorio Harp (tenor) demostrar que es posible escuchar las creaciones de Camille Saint –Saëns, Jules Massenet, Georges Hüe, André Caplet y Charles Gounod, para imaginarse el sentimiento de los enamorados, de los viajeros apasionados, el sonido de los bosques, del mar y de estados de ánimo varios a que convoca la música para confirmar la plenitud de la vida.

La combinación de la voz y la flauta como en el poema de Tagore, la evocación de Salomé, pero sobre todo de la Fantasía número 49 de Federico Chopin, excelentemente ejecutada por Sebastián, provocaron el aplauso de un público que al principio no se imaginaba cómo sería una audición con tales ingredientes. La inclusión en el programa del compositor ruso Pyotr Ilych Tchaikovsky resultó un agasajo por el talento de los artistas que a pesar de su juventud ya despegan cada uno en sus diferentes especialidades.

Chávez Lara titulada con honores en la Escuela Superior de Música fue seleccionada en el 2012 por The Carnegie Hall Academy para participar en una residencia en Nueva York. Sebastián ha tomado clases de perfeccionamiento pianístico en la Universitat Mozarteum de Salzburgo Austria, mientras que Luis Pablo, de familia oaxaqueña, tiene la licenciatura en piano, y actualmente toma estudios de canto con la soprano Claudia Montiel y el tenor Armando Mora.

El concierto resultó además una oportunidad didáctica porque los artistas explicaban en cada melodía las particularidades de cada una, y un poco la inspiración literaria combinada con la música.

Al final, el público puesto de pie, pidiéndole a los artistas la repetición de dos de las canciones interpretadas, fue como si el espíritu de la guelaguetza ( el intercambio generoso) se hubiera apoderado de los participantes en los días previos a la magna celebración oaxaqueña.

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